Una de las cosas que más sorprenden en el menú de la última cena en el Titanic es, atención, la “igualdad”. No entendida como paridad de condición, esperar eso ya se vio que es más bien un deseo irrealizable, el Novecientos y su triunfo ideológico espero haya enseñado algo al respecto; sino la igualdad como dimensión real-onírica. Los pasajeros de la 3º clase estaban mejor a bordo del enorme transatlántico que en sus miserables casas. Las condiciones de vida a bordo del Titanic eran, para estos inmigrantes irlandeses, lo mejor que les pudo haber pasado en sus vidas.

Una enorme honra para la White Star Line, la compañía de navegación de Liverpool que puso en producción este bebé muerto en su viaje inaugural. El Titanic continúa, pese a los cientos de miles de accidentes en medios de transporte ocurridos desde el 14 abril de 1912, la fecha del choque con el iceberg y el hundimiento, a tejer minuciosamente su mito. Y el hecho que miles de personas hayan muerto tras haber estado siendo servidos con dignidad, bueno, señores, contribuye al reforzamiento de esta morbosa curiosidad.

 

La dimensión onírica del Titanic, la magnificencia de sus locales y el exquisito gusto del servicio hicieron para los 3.500 pasajeros y personal del monstruoso navío un canto del cisne de una trágica belleza donde la realidad y un mixto de neblina onírica, como decía antes, se mezclaron sobre el helado Atlántico del norte.

 

En aquella última velada se consumaron tres menús. Tres menús que corresponden a esa dimensión fuera del tiempo que caracterizó este viaje. Southampton – Cherbourg – Queenstown y la New York que nunca fue.

Con diferencia, cierto, pero todas las clases pudieron gustar platos de optima calidad, así como estar en ambientes de puntillosa calidad y buen gusto. Es esta la principal característica que diferencia el Titanic de los otros navíos de línea que en aquella época eran en actividad. Se piense que el inmigrante debía llevar para el viaje todo desde las casas que habían dejado, todo lo ocurrente para su persona y estómago, en ambientes que no eran otra cosa que grandes salones con bancos y mesas.

La calidad del viajar comenzó en una cierta medida en un trasatlántico de lujo: una contradicción. Para terminar ahora, en esta sociedad de masa… donde todo el mundo viaja mal. Contradicciones de la historia e del accionar humano que ya tendremos oportunidad de ver en otros medios y épocas.

 

Una visita a las estibas del enorme barco, repletas de lo ocurrente gastronómico debería haber sido una experiencia única (para después diligentemente bajar del barco…). Southampton estaba perfectamente conectado con Londres y la logística era impecable (no es un caso que el puerto principal no fuese ya Liverpool): parte el navío desde el puerto inglés para el pasaje hacia Francia con ya casi la totalidad de lo planeado: toneladas de carne fresca y congelada: bovina, porcina, ovina, blanca, pescados y mariscos, productos hortofrutícolas y cereales, harina, lácteos, grasas animales y vegetales, conservas, especias, decenas de miles de huevos, miles de botellas de agua mineral, gaseosas, jugos, una bodega importante de vinos de alta gama y una carga de exclusivo champagne. Cruzado el canal, el

lote aumentará con los embutidos y quesos galos, el paté, las cremas, los vinos tintos y una adjunta de champagne. En la ciudad normanda suben dos de los invitados más en vista de la extensa lista de los VIP: Molly Brown y por un fatídica avería al Lusitania, el multimillonario Benjamín Guggenheim, cuya muerte fue referida por toda la filmografía del fatal evento: tras haber dejado el puesto en los botes salvavidas a mujeres y niños, se puso el smoking y esperó la muerte en las profundidades bebiendo licor y fumando cigarros en compañía de su mayordomo, Victor Giglio. En la desesperación general, se mantenía impasible y a quién le preguntaba por cual motivo no intentaba salvarse respondía “Me vestí de la menor manera y estoy dispuesto a morir como un caballero”. Dos cojones grandes como una casa tenía el americano.

 

Arribado el Titanic a Queenstown, ultimo puerto europeo, entraron ahí, además de la marea de inmigrantes de 3º clase, y mucha gente de la 2º, el abastecimiento irlandés no contemplado o en adjunta a lo cargado en Southampton: legumbres, patatas y sobretodo la manteca salada.

Cuatro días de ensueño en alta mar y la tragedia: a las 23.40 del 14 de abril, el enorme buque se estruja contra un témpano de hielo y se abre como una lata bajo la línea flotante. Una herida fatal. Dos horas y cuarenta minutos tardó en hundirse. Pero antes de esos momentos terribles, los pasajeros del más suntuoso trasatlántico de todos los tiempos comieron de la siguiente manera.

 

La cena de 1º clase fue consumida en el dining-room del puente D y no en el restaurante “Á la carte” como muchas fuentes citan. A parte de las tres clases en los tres respectivos comedores, hubo otras cenas, sobre todo por cuanto concierne los pasajeros de la 1º clase y parte de la 2º: en camarotes, en el restaurante citado -gestionado por el chef Gaspare Gatti, muerto en la catástrofe, junto a todo el personal suyo-, así como cenando con refrescos y sándwiches en los dos lujosos cafés.

Esto comporta una dificultad para saber en definitiva cual fue el menú servido en el dining-room. Yo encontré dos menús de primera clase para esa última cena completamente distintos. El mas conocido es el que se remite a continuación, si bien existen variantes del mismo. Debo señalar que gran parte de las fuentes sobre la técnica de los platos contienen datos erróneos. Volveré a hablar del tema al final del artículo.

 

El menú de 1º clase entonces comprendía diez platos:

 

* Hors d’oeuvre variados

Ostras.

 

* Consomé Olga

Crema de cebada

 

* Salmón hervido en salsa mousseline y pepinillos.

 

* Ojo de bife “Lili”

Pollo salteado a la lionesa

Zapallitos rellenos

 

* Cordero a la menta (existen otros menús con la variante “fondo de carne”).

Pato asado con puré de manzana

. Ojo de bife con patatas “Chateau”.

Arvejas, zanahorias cremosas, arroz hervido,

Pastel de papas & patatas nouvelles hervidas

 

* Punch “Romaine”

 

* Pichón relleno

 

* Espárragos a la vinagreta

 

* Paté de hígado de oca y apio

 

* Waldorf pudding

Melocotones en gelatina de Chartreuse

Eclairs de vainilla y chocolate

Helado “francés”.

 

El Menú de 2º clase:

 

* Consomé de tapioca

 

* Eglefino al horno en salsa picante (no “merluza”, como a menudo se cita).

 

* Pollo al curry y arroz

Corderito de leche en salsa de menta

Pavo asado en salsa de arándanos

Arvejas, puré de nabos.

Arroz hervido

Papas hervidas & al horno

 

* Pudding de ciruelas

Gelatina de vino

Sándwich de coco

Helado de crema americana

Fruta seca y fresca

Queso

Bizcochos

Café

 

 

El menú de 3º clase: al igual que para el de 1º clase, he encontrado varios menús distintos. Este es el más referido.

 

 

Sopa de arroz

Pan fresco

Biscochos de camarote

Roast beef con fondo de carne

Maíz dulce

Patatas hervidas

Pudding de ciruelas

Salsas dulces

Fruta.

 

Pero en realidad este fue el almuerzo. Vuelvo a enviar el lector al final el artículo donde afrontaré este problema. La cena ligera que se consumió entonces esa noche fue: gruel, o sea cereales cocidos en agua o leche, bizcochos de camarote y una variedad de quesos, lo que no contradice en forma alguna a cuanto he dicho en apertura sobre las condiciones de vida a bordo: eran muy marcadas las diferencias sociales pero en el Titanic se ofreció a los inmigrantes una notable mejoría al respecto.

 

Se ha dicho que los tres menús pasan del francés del primero, al británico del segundo y al irlandés del tercero. No es del todo equivocado pero yo metería más énfasis en la nacionalidad segunda. Los menús fueron archibritánicos con un toque de internacionalidad a la francesa (sabemos que en aquellos tiempos la cocina internacional era la cocina escofferiana) muy medida. Muy “british” por otra parte. British en técnica, british en combinaciones, en sobriedad.

El postre soberano es el pudding, las salsas galas están limitadas a la mousseline, que es una derivación de la sala holandesa (también francesa, ojo). Notemos el pescado al horno, el puré de arándanos, él de manzana, la salsa a la menta, el toque colonial del pollo al curry, las guarniciones muy naturales, reducidas casi a un solo vegetal, (maíz, arvejas, zanahorias, papas), la simplicidad de la factura (horneado, ebullición). No son menús ligeros pero lejos están de la cocina clásica en auge en esos tiempos. La White Star Line ofrecía una gastronomía británica, con algunos toques de exterioridad francesa (1º y 2º clase, claramente), que se notan sobre todo en los “luncheons” (no referidos aquí) donde se destacan las terrinas, los fiambres y quesos, poniendo en acción de este modo un lenguaje distinto, o en los hors d’oeuvre y en la pâtisserie, pero que siguen siempre a debida distancia el omnipresente “pudding”.

 

Y ahora la duda. Tras haber escrito el artículo y analizado la estructura de los platos, tengo la impresión que los menús referidos sean de considerar supuestos. Y que las demás fuentes que citan con seguridad estos menús, no digo que estén en error pero parecen ignorar un evidente problema de fuentes.

Esto se debe a la existencia de varias impresiones de un menú, con distintos platos, sobretodo de 1º y 3º clase, además de encontrar hasta tres menús distintos por cada tipología temporal de comida. Está también el problema del término “dinner”, que en inglés, y más en aquella época, significaba la más importante comida de la jornada y no la cena. O sea, que el menú citado de la 1º clase, 2º y 3º serían almuerzos. Pero tampoco esto bastaría para desentrañar el enigma, porque existen menús de “lunch” y “luncheon” indicantes sobretodo buffets.

O sea, más allá del análisis del origen o de la proveniencia territorial de los platos, no está clara la tipología del evento. ¿Cuándo fueron consumidas estas comidas? ¿Cómo puede ser que haya habido distintos menús referentes al mismo evento?

 

En falta de otras fuentes más certeras, no se podrá saber con certidumbre qué se comió de veras y cuándo.

O, y estamos acá en otra hipótesis, que se trataría sí de “dinner” entendido como “cena”, solo para la 1º y 2º clase, así como está indicado en los menús y “dinner” entendido como “almuerzo” en los menús de 3º clase. A confirmar esto, estaría el hecho que en estos últimos están indicadas las cuatro comidas “breakfast”, “dinner”, “tea” y “supper”: “dinner” como almuerzo” y “supper” como cena (a menudo, ligera).

 

Todo muy “Titanic”. Por otra parte, ¿quién habría dicho que esta maravillosa máquina navegante habría colado a pique en su viaje inaugural? Además de no saber por cual motivo no se dio importancia a los mensajes que recibían, indicantes detallada información sobre una presencia numerosa de bancos de témpanos…

 

¿Estaban todos en la comilona general?