El nacimiento de la copa Melba fue el fruto de un encuentro entre una celebre cantante lírica, Nellie Melba (1861-1931) y otro tanto celebérrimo chef (en esa época oficio lejos de poseer atractivo para producir fama), Auguste Escoffier (1846-1935).
Pero fue también el fruto de un concepto de postre como continuación de esa voluptuosa ola gustativa que caracteriza la cocina del francés. Llamada “Melba” en homenaje a la soprano, costumbre ésta de nombrar las preparaciones con el nombre de la persona homenajeada, hoy acción del todo obsoleta, el postre tuvo una extraordinaria carrera y una curiosa evolución que la hizo despegar desde los grandes hoteles de lujo, pasar por los restaurantes europeos y de Usa, hasta aterrizar en los países más avanzados del tercer mundo, donde, sobre todo en Sudamérica, se convertirá en el postre por antonomasia de la clase media hoy en vía de extinción, volviéndose la copa “de pizzería” más conocida.
El “dessert” está constituido por un fondo de helado a la vainilla y de una mitad de melocotón caramelizado en azúcar, puesto en una copa con la parte del vacío del carozo encima del helado, de manera de parecerse a una cúpula anaranjada sobre la cual irá volcado un jarabe de frambuesa. Se decora con crema chantilly. El pauperismo de hoy ha hecho que se le pueda agregar una variedad tal de jarabes y de “toppings” (para no hablar de las transformación morfológica del postre mismo, convertido ahora en una suerte de torre de crema, base para acrobáticas muestras de frutas, obleas, guirnaldas de chocolate y demás “amenities”) que nada que ver tienen con la idea original de esta creación de repostería.
En esa época, en plena Belle Epoque, las elecciones no eran tan vastas, no por la falta de ingredientes sino por una cierta armonía y aceptaciones de las normas.
El postre, de la categoría “a la cuchara”, es una obra maestra de delicadeza, donde la suavidad de la crema y del fruto se conjuga perfectamente con el tono acídulo “colorado” del jarabe.
La soprano, según cuenta Escoffier en sus memorias, mucho apreció la atención del cocinero pero las fechas del encuentro fatídico entre la cantante australiana y el postre son controvertidas. Varias fuentes reportan notables divergencias. Se sabe de seguro que Escoffier sabía de la predilección de la cantante por los melocotones, el helado de vainilla y la frambuesa. Y también que el postre fue servido en uno de los restaurantes donde el cocinero ejercía su magisterio: El Savoy y el Carlton en Londres y El Ritz en Paris. ¿Cuando? Se va desde el 1892-’93 al 1905, al 1906. Es un hecho que ya en el 1905 el nombre del postre aparece, en su lengua original (“Pêche Melba”) en la novela “The house of mirth” de Edith Wharton, novela transpuesta al cine en el 2000 con la dirección de Terence Davies.
El éxito del dulce impide una fecha de nacimiento segura, pero hay también otro motivo.
Además de saber de los gustos de la cantante, Escoffier tuvo la oportunidad de verla en el papel de Elsa de Bramante en el “Lohengrin” de Wagner. Inspirándose al carro del hijo de Parsifal halado por un cisne, el cocinero le hace servir unos melocotones sobre un lecho de helado de vainilla en una copa de plata acoplada entre un cisne de hielo. Una fineza que pasmó la diva, lo que da lugar a pensar que el postre que hoy se conoce como “Copa Melba” haya sido una reelaboración de esta creación. A esta altura llega la onomástica a complicar ulteriormente el asunto. En efecto, parece que la misma cantante llamase el postre “Melocotones al cisne”, lo que podría significar que algo verdadero habría en las suposiciones de los que afirman que el postre habría sido presentado en los primeros años ’90 del Ochocientos y no en los grandes hoteles citados y que lo que hoy se conoce por “Copa Melba” sea un “remake” cambiado de lo que fue presentado a la cantante lírica.
De todos modos, son siempre hipótesis.
El tiempo hará de estos “melocotones al cisne” de la diva golosa, primero la “Copa Melba” de los hoteles de cinco estrellas, para después lentamente transformarse en el postre para familias de clase media de restaurantes, restó, cantinas y pizzerías con “allure” o menos “allure”.
Llegado a este punto, me pregunto: ¿qué le habrá gustado más a Nellie Melba: La “Pêche Melba” o el cisne de hielo?